¿Cuando quieres venir?
Petit Palace Posada del Peine, el hotel más antiguo de Madrid y de España, es territorio de viajeros que quieren experiencias, distinción y el atractivo de alojarse en un hotel que tiene mucho que contar. Excelente ubicación junto a la Plaza Mayor y la Puerta del Sol, Wi-Fi y MiFi gratis, habitaciones familiares para hasta 4 personas, bicis, artículos de aseo personal, horario de salida flexible los domingos y lunes, préstamo gratuito de bicicletas para recorrer Madrid, recepción 24 horas, información turística, desayuno buffet delicioso y saludable 100% gratuito, alojamiento para mascotas… y mucho más en este hotel singular y emblemático. En el lobby encontrarás algunos elementos originales de la Posada del Peine como las vigas de madera y la pared de ladrillo. Y en el exterior su famoso reloj y preciosa fachada. ¿Quieres saber más? Pregunta todo lo que quieras a nuestro personal sobre el hotel con más historia de España. Te esperan muchas leyendas que conocer.
Las habitaciones del Hotel Petit Palace Posada del Peine te ofrecen la posibilidad de descansar en el hotel con más historia de España: amplios espacios para familias, grupos y parejas llenos de encanto y comodidades que harán que tu estancia en Madrid sea inolvidable. Elije habitaciones junto a la Plaza Mayor de Madrid y vive una experiencia diferente, a tu medida. Las habitaciones que te proponemos son la habitación doble pequeña interior (nuestra opción más económica con 10 m²), la habitación doble (una opción magnífica para amigos y parejas), la habitación doble superior con balcón (con un pequeño balcón con vista al exterior) y la habitación cuádruple (con dos camas individuales y literas o cama doble y literas).
El Petit Palace Posada del Peine es un hotel boutique en la Calle Postas, 17. En pleno centro histórico de Madrid, entre la Puerta del Sol y el Palacio Real, está la Plaza Mayor, rodeada de tiendas y restaurantes de lo más castizo. No te pierdas el Mercado de San Miguel y date algún capricho gourmet en su pintoresco edificio de hierro. La Plaza Mayor de Madrid es todo un atractivo turístico madrileño y alojarse aquí es toda una experiencia (de las buenas…) donde podrás ver la Casa de la Panadería, el Arco de Cuchilleros y la estatua ecuestre de Felipe III. Y qué decir del Madrid de los Austrias. Pasea por Ópera, la Plaza de la Villa, la calle Bailén, saborea las tapas y terrazas que vas a encontrar en La Latina (Cava Baja y Cava Alta para empezar), el mercado callejero del Rastro (Cascorro, Ribera de Curtidores y muchas curiosidades que tocar con las manos). La Puerta del Sol está a sólo 200 metros del hotel y desde allí podrás recorrer calles tan animada como Preciados y Arenal, así como disfrutar del Barrio de las Letras para comer y cenar en calles como la Plaza de Santa Ana o la Plaza Jacinto Benavente.
La Posada del Peine es el hotel más antiguo de Madrid, ubicado en el puro centro de la ciudad de la calle Postas y aún paso de la Plaza Mayor. La inauguración de la Posada del Peine se fecha en torno a 1610 es decir cuando Madrid ya había vuelto a ser la sede de la corte -después del breve paréntesis vallisoletano- y el ir y venir de gente se había disparado con el atractivo de poder hacer un buen negocio en una ciudad que cada vez ofrecía más oportunidades de todo tipo. La fundó Juan Posada al transformar una casa cualquiera de la antigua calle Vicario Viejo (hoy Marqués Viudo de Pontejos) en un establecimiento para el descanso de viajeros y gente de paso por la ciudad. Juan Posada tuvo ojo al elegir la localización, pues no sólo estaba a la Puerta de la Plaza Mayor la más importante de la Villa, sino que también era vecina de la Casa de Postas, es decir, el punto de recepción y envío del correo real de Postas y lugar de llegada de carruajes y diligencias llenas de viajeros que llegaban a Madrid de paso o para quedarse. ¿Y qué era lo primero que se encontraban? La estratégicamente situada Posada del Peine.
Esta calle se llama así porque conducía a la casa de Postas que era el punto de recepción y envío del correo real de Postas así como el lugar de llegada de carruajes y diligencias. Además de ello eran los establecimientos donde se realizaban la toma y cambio de caballerías y asignación de postillones para los correos. Pero la visión de mercado de Juan Posada no se quedó solo en elegir una buena ubicación, sino que decidió darle a su establecimiento un punto de distinción y lo vio claro: ¡un peine en cada habitación para uso de los clientes! El peine en cuestión colgaba del lavamanos para que nadie se lo pudiera llevar y solo se hiciese uso de él mientras se estaba en la posada. Como ves la costumbre de llevarse las amenities y lo que no lo son de los hoteles tiene también mucha historia. Como has deducido fue este un lujo tan sonado y comentado que acabó por darle nombre a la posada por el que todavía se la conoce hoy.
La posada era un constante ir y venir de gente pues además tenía una capacidad inusitada para su época (llegó a contar con unas 150 habitaciones). Por supuesto no todas eran iguales. Las más nobles eran las que daban a la calle más grandes y mejor amuebladas con luz y aire fresco. Las interiores en cambio aparecen descritas prácticamente como zulos oscuras pequeñas y sin ninguna comodidad. Además había una habitación especial: la 126. Se decía que tenía un armario desde el que partía una escalera que conducía a una habitación secreta en la parte alta del edificio, usada para reuniones clandestino para dar cobijo a fugitivos, según se cuenta, pero vaya usted a saber... Otras habitaciones estaban también comunicadas entre sí por pasadizos para facilitar las correrías nocturnas. En 1796, los entonces dueños de la posada los hermanos Espino, en vista del éxito que seguía teniendo decidieron ampliar la posada con la casa contigua quedaba a la calle San Cristóbal. De la supervisión de las obras se encargó en el entonces arquitecto real Juan de Villanueva. Respetaron algunos de los pasadizos originales que hacían que las habitaciones que los tenían fueran muy demandadas.
En 1863 se acometió una nueva reforma que supuso mejoras estructurales hasta que en 1891 se pidió licencia para construir un nuevo edificio y se unió el contiguo, con fachada a la Calle Postas. Al año siguiente se le añadió como coronamiento un templete y un reloj con motivo de la celebración del cuarto centenario del descubrimiento de América y con la intención de qué sirviera como reclamo. El edificio ha sido siempre tan famoso y emblemático de la ciudad de Madrid que Camilo José Cela le dedicó su discurso de ingreso en la Real Academia Española. Pero, tras cambiar varias veces de dueños, en 1970 el hotel cerró. Fue reabierto ya como parte de la cadena Petit Palace en 2005, respetando su fachada, los tres edificios que lo acabaron componiendo (el original es el central) y, sabiamente, su archiconocido nombre. Y a la mañana siguiente, tras una tranquila noche de descanso, el desayuno buffet que se sirve diariamente en una antigua cava y que conquista el paladar de los viajeros con un amplio abanico de propuestas gastronómicas.
Alojarse aquí es, en definitiva, hacerlo en uno de los establecimientos hoteleros con más historia de España, quédate testimonio de las hazañas de personajes ilustres y cuyas paredes aunque renovadas han visto el devenir de la historia.
Tanta obra de ampliación y el hecho de que tres edificios se unieran hizo de la Posada del Peine se convirtiera en una amalgama de laberintos y vericuetos a través de los cuales era fácil perderse, Pero también esconderse incluso facilitar correrías nocturnas a través de habitaciones que estaban comunicadas entre sí. Y hablando de esos escondrijos es donde nos topamos con la famosa habitación 126.
Narra la leyenda qué en una pared de dicha habitación en un armario que hacía las veces de alacena había una puerta con unas escaleras que daban acceso al piso superior si bien su estrechez era tan grande que una persona pasaba duras penas. Se cuenta que dicho lugar era utilizado para esconder a fugitivos para reuniones clandestinas pero también para ocultar a quien quería pasar desapercibido e incluso amantes.
Bien es cierto que nadie conoce a alguien que sepa de la existencia a ciencia cierta de dicho armario ni tan siquiera de la susodicha habitación pero ya se sabe lo que ocurre con las leyendas cuando el río suena... Y hay quien dice que la habitación o mejor dicho el lugar al que llevaba la estrecha escalera todavía existe aunque se trate de un lugar abandonado. Lo que es innegable es que tanto laberinto debía suponer un lugar idóneo para llevar a cabo fechorías de lo más variopinto.
Pero la leyenda urbana también cuenta que la Posada del Peine, además de guardar el misterio de la habitación 126, tiene su propio fantasma. No hay mucha referencias contrastables sobre este particular. Al menos no se ha manifestado en muchas ocasiones y, por ello, siempre se ha de especular si estamos ante algo real, mera sugestión o suposición de los testigos. Existen los relatos de una camarera y un huésped que afirman haberse encontrado con una señora vestida de negro, una inquilina que quizá jamás salió del alojamiento a lo mejor por miedo a ser descubierta. Más allá de dimes y diretes de leyendas o de fantasmas lo que es innegable es que la Posada del Peine fue un lugar vivo donde convivían personas de paso con otras que la tenían como vivienda habitual. Según los periódicos de comienzos del siglo XX diferentes hechos tuvieron lugar en la posada como suicidios, incendios, incluso en algunos se cuenta que la Posada fue guarida temporal de algún que otro ladrón y asesino. Todo esto pudo alimentar su leyenda o, cuando menos, impregnar el lugar por sucesos tan variopintos. Si alguien mira hacia arriba podrá ver todavía el cartel con el nombre de la Posada y tal vez con un poco de suerte tenga la impresión de ver una figura a través de los cristales de algún balcón. Si es así piensen que han visto un fantasma. La verdad es que quizá lo hayan visto es de lo poco que queda de este huésped que tuvo miedo de salir de la Posada del Peine.
Sí, el Petit Palace Posada del Peine es un hotel pet friendly de Madrid que admite animales de compañía como perros, gatos y otras mascotas. Ofrecemos una cama, cuenco y comida para tu animal de compañía. La estancia en el hotel es gratuita pero sólo si reservas en nuestras páginas web oficial. Si lo haces en otra web, el coste de tu mascota será de 25€ por estancia.
El Petit Palace Posada del Peine te ofrece algunos servicios especiales como alquiler de bicicletas, información turística, desayuno buffet sano y gratuito, recepción 24 horas, lobby, una ubicación inmejorable… Por otro lado, la conexión a internet Wi-Fi de los clientes es gratuita en el Petit Palace Posada del Peine. Además, nuestro hotel de la Plaza Mayor de Madrid ofrece un servicio de MIFI, internet con datos gratuitos por toda la ciudad.
Mucho más que un hotel
Ocultar
Nuestras habitaciones
Newsletter
Hotel